Here I sit, as the light fades away and the night envelops everything. The last two calls this evening were from friends of friends who told me of two young kids that died due to the virus. One 20 years young and the other one younger, 19. Both were in the front lines as restaurant deliveries. Not family in the US. The calls have not stopped for the last two weeks I have been listening and extending, via wires, sometimes a thousand miles away, words of consolation. On a more pragmatic level, I have been connecting and navigating with those families the halls of grief and funeral homes and directors, whom I have come to know and respect, who are helping. Right after we closed the church building on the 13th. of March, two families came by the Soul Cafe asking for food. They told me that their kids were going hungry and had already been out of work for weeks. With my mask on, I led them to the basket, at the entrance of the church by the baptismal fountain where we collect the food each week. I emptied the basket and shared all we had with them. It was not much but it did suffice. Word got out. We saw the hand of God guiding us as we began to weave a network of solidarity. Nowadays we are feeding a few hundreds families per week. About eight hundred prepared meals are sent out. The Episcopal Cathedral of LI, North Brooklyn Angels, Tacombi Restaurants, and the countless generosity of many others make this possible. Good Shepherd Lutheran Church´s generosity makes this possible. The church is open. Thriving. Hearing and responding to God´s call. As we follow we do so practicing resurrection life. The wounds on our own bodies and the body of our community are more visible than ever. The grief is intense. Yet stronger the bonds of love that unite and witness the unleashed power that cannot be held nor destroyed by death. Spring is upon us. The trees bloom before our eyes and the stammering yes of our lives. Rev. Juan Carlos Ruiz Una respuesta a nuestra Abril 13, 2020 Brooklyn, NY ¡Felices Pascuas! Hace varios años una amiga escribió que debido a este fenómeno de la Resurrección ¨todas nuestras vidas estan amenazadas.¨ En los últimos días esa frase resuena en mis oídos y en mi cabeza (y mueve las fibras del corazón) y me adentra a este misterio de vivir en profundidad y en compromiso en estas nuevas aguas que el virus ha cambiado radicalmente. Muchxs ya estamos hartos del distanciamiento social y queremos volver a la ¨normalidad¨, aunque yo hago incapie que la supuesta normalidad en que vivíamos nos ha llevado a la presente crisis que evidencia instituciones, tanto de salud y de gobierno, colapsadas y que han hecho del bien común un negocio del cual se sirven. Sí, espero que esta interrupción e irrupción de lo nuevo, más allá del distanciamiento social, en nuestras vidas nos lleve a reflexionar cómo, desde lo personal hasta lo político, estamos utilizando nuestros recursos, cómo estamos organizados de una manera que nos humanice, y no que la cruel injusticia sea la norma. En la narración de la resurrección en el evangelio de San Mateo, las primeras portadoras de la Buena Nueva son mujeres, que en ese entonces, como hoy en día, no contaban por ellas mismas sino solamente como propiedad referente a el marido o al padre. Desde ahí, la visión y vida del crucificado amenaza al orden establecido y coloca a la mujer, a un don nadie, en el centro de la transformación radical de las promesas del hijo resucitado. Que estas olas de cambio nos lleve no solo a cuestionarnos a quién estamos dándonos en nuestro vivir sino que dejemos que la fuerza de todo lo bueno, al asumir nuestras muertes y negaciones y el reordenamiento de nuestras prioridades a favor de la vida, nos conduzca a un estado constante de revolución que evidencie la vida del poder del amor y la dignidad. Queriendo ser parte de la solución y no del problema hemos empezado, ya desde hace dos semanas y siguiendo todos los protocolos de protección necesarios, distribución de comida a nuestras comunidades. Aquellos que necesiten y estén pasando hambre comuniquense conmigo. Aquellos que también se quieran unir en respuesta por favor también hablenme o escriban: Juan Carlos Ruiz [email protected] o marquenme al mi celular 347.369.1959 Si les gustaría cooperar vayan a los siguientes sitios: https://donorbox.org/tacombi-community-kitchen www.gofundme.com/f/immigrant-community-support?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=m_pd+share-sheet&fbclid=IwAR3YHnYFQrZgQ5P1_INow20RlFrSlm7nex_fwF1arRcVVriKMVl9UMrGWQM Sí, que la vida del resucitado nos amenace y nos saque de nuestra complacencia y rompa toda cadena de indiferencia y nos inyecte una buena dosis de misericordia y compasión con uno mismo y con el próxim@. Enhorabuena, Rev. Juan Carlos Ruiz Brooklyn, NY Abril 2, 2020
Compañerxs: Espero -mientras rezo- que todos ustedes estén bien en ésta nueva realidad. Con la esperanza que en este tiempo de crisis, el espiritú de quiénes somos se revele en diversas formas de solidaridad, en destellos de creatiatividad y, en el reconocimiento de nuestra profunda comunión con el próximo, y con Dios. El día 12 de marzo, la escuela de “Bay Ridge Prep” -a quién nuestra parroquia le renta parte de nuestras instalaciones- cerró al mediodía, enviando a todos sus estudiantes a casa y, señalándome la nueva normatividad y, la gravedad en la que nos encontramos frente a ésta situación. Desde hace unas semanas, la mayoría de nosotrxs hemos estado confinadxs en nuestros hogares y, nuestras vidas han sido radicalmente interrumpidas de manera vertiginosa por ésta pandemia. Pero como bien sabemos, quedarse en casa es un privilegio y, lamentablemente muchxs seres humanos no tienen ese privilegio. En este momento incierto para todxs nosotrxs y el resto de la humanidad, hay una gran cantidad de angustia a medida que hacemos frente a los cambios y, la sensación de peligro inminente. A pesar de éste cataclismo, siento la fuerza de la primavera atravesando nuestros terrenos inactivos y congelados, he visto brotar la vida en los arboles que reverdecen dejando atrás sus campos desnudos, renovandose. Paradójicamente, veo renacer la vida através de la naturaleza en medio de tanta muerte y, al ver esto, tomo consuelo en la práctica de la resurrección. Hace unos años fuí capellán en el Hospital Carnagie en Manhattan, recuerdo que un día tuve que realizar una oración para una pareja que había perdido a su primogénito. Estaba en la capilla cuando la pareja entró con su hijo muerto en sus brazos, al verlos, me quedé en silencio, atonito, al ver el dolor desgarrador en sus ojos. Al ver mi silencio, la pareja extendió los brazos con su bebé y, me pidieron que lo bautizara. Cuando miré a mi alrededor y, ví que no había agua, solo habia una caja de pañuelos, tomé un pañuelo y lo usé para limpiar las lágrimas del padre y la madre que habían perdido a su hijo y, luego limpié mis lagrimas. Con ese pañuelo humedecido toqué la cabeza del bebé mientras susurraba y, lo bauticé con el nombre de Lorenzo. Ahora, ese silencio ha regresado nuevamente y me ha impregnado. Las palabras no bastan para expresar la cantidad de dolor, para disuadir la incertidumbre que muchxs de nosotrxs estamos experimentando. Aún así, trato de encontrar formas significativas de mantenerme conectado con todos ustedes y, encuentro consuelo en las oraciones, la meditación y los rituales que se nos han transmitido nuestrxs ancetros a través de los siglos. Las lágrimas pueden eliminar lo que nos impide ver, el dolor, la incertidumbre y el paso por caminos inexplorados pueden llevarnos a una nueva vida. Habito estos tiempos y, te invito a que practiques la resurrección conmigo. Primero, mantén a tus seres queridos en oración mientras yo me comprometo hacer lo mismo con ustedes. Cuidemos de los cercanos a sabiendas que si salvamos una vida salvamos el mundo. En segundo lugar, apóyate y cultiva tus círculos íntimos y busca formas creativas, a pesar del distanciamiento social, para estar en solidaridad social y espiritual. He estado llamando a cada uno de ustedes y, sí quieren que me comunique con ustedes regularmente de manera personal y virtual, háganmelo saber. Recuerden que lo que nos hace una iglesia va más allá de un espacio fisico, es la comunidad, la unión, la esperanza y la solidaridad entre nosotros que nos revela, que al final del día, todxs somos UNO. En lo personal, una de las lecciones que estoy aprendiendo y, aún destilando de esta experiencia es la importancia de apreciar y valorar nuevamente a quienes están cerca de mí. Mi esposa, Cinthya, ha estado trabajando desde casa y, por lo tanto, estamos renovando nuestro mutuo amor y, nuestro compromiso para servir a nuestra familia y, comunidades extendidas y espirituales. Es en estos tiempos difíciles e inexplorados les exhorto a que se nutran de las voces colectivas de justicia, solidaridad y nos reencontremos con nuestras tradiciones y raices. Rezo y medito para que como humanidad nos podamos renovar, bebiendo de los pozos de nuestras voces colectivas de consuelo en la ritualización de la palabra de Dios, que nos libera y nos ofrece luz, fortaleza y consuelo en estos tiempos de crisis. Les informo que, el consejo de la Iglesia del Buen Pastor se reunió virtualmente éste pasado miércoles por la noche y, dado el desarrollo de esta pandemia, decidimos que lo más responsable y prudente será no abrir la iglesia durante la Semana Santa y la Pascua. Una vez más, les reitero que la iglesia del Buen Pastor hará todo lo posible para poder asistirlos y acompañarlos en espiritu -y, virtualmente- en este tiempo santo. Por otro lado, les comunico que la Iglesia del Buen Pastor es parte de una Coalición de Solidaridad local en el suroeste de Brooklyn, que ha estado ayudando a varias familias que han perdido sus empleos y, ahora se encuentran en una situación de vulnerabilidad económica. Sí usted o alguien que conoce necesita ayuda, conéctelos a través de mí. O, si quieres ser solidario y donar, ¡hágalo! No hace mucho tiempo, cuando comenzamos la Cuaresma, teníamos marcadas nuestras frentes con cenizas y, en ese momento, no muchos de nosotrxs vislumbrabamos este escenario que nos ha llevado al desierto de nuestras vidas; quizás esas cenizas marcaron este cambio vertiginoso que ha desnudado la crisis humanitaria, la inequidad y desigualdad económica. Me toco en el bolsillo y siento una pequeña botella de arena que la iglesia del Buen Pastor regaló el primer domingo de Cuaresma como una forma de recordarnos que, todxs estamos juntos en este viaje transformador. Permitamos que la gracia de ésta temporada nos otorgue sabiduría para ver que el Dios liberador continúa siendo fiel. Finalmente, creo que como humanidad no somos nuevos en pruebas y desafíos. Aunque esta pandemia no tiene precedentes para muchxs de nosotrxs, es importante que colectivamente cultivemos nuestras conciencias para reflexionar cómo vamos a renovar y mejorar nuestro mundo, en un mundo mejor donde quepan muchos mundos, donde no halla fronteras, muros e inequidad, donde la naturaleza se sienta a salvo y sea respetada. Aprovechemos esta crisis y esta normatividad de distanciamiento social para generar a nuestro alrededor comprensión, compasión, y misericordia, con la esperanza para que nuestros corazones se renueven y podamos superar esto juntos. Recordemos que en la historia, cuando se puso a prueba nuestra fe, la sangre derramada regó las semillas que permitieron el florecimiento de la vida resucitada en todo nuestro mundo, como un refugio de justicia y la levadura de la presencia de Dios. En solidaridad y orac-ción, Rev. Juan Carlos Ruiz
3 Comments
Rafael carmona
4/23/2020 02:34:12 pm
Bendiciones juancarlo una umilde pregunta qsiera saber si el dia de mañana estaran dando la ayuda
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Joseph Clemis
2/16/2024 07:22:58 am
It is so nice of your community to put up bond money for an illegal Venezuelan criminal committing acts of violence against citizens, businesses and police officers sworn to protect the people of NYC. Based on your actions, you obviously have too much money in your coffers, and the charities you run are in no need of additional support. May God bless your wretched soul, remember this if your actions cause harm to others, your eternal soul bears the sin as well and will not be washed away through petty reconciliation.
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Rev. Juan Carlos Ruiz
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